Sin que nadie repare en él, un pájaro sobrevuela una ciudad cualquiera.
Hoy son pocos los piropos que se llevan él y su familia. Apenas nadie
recuerda a sus antepasados, aquellos que se convirtieron en auténticos
héroes de guerra. No hablamos de la rama más conocida, la de los
mensajeros. Los grandes olvidados son sus ancestros espías: las palomas que fotografiaron la Primera Guerra Mundial desde el cielo.
El responsable es un boticario alemán nacido a mediados del siglo XIX, de nombre Julius Neubronner.
Desde su negocio familiar situado en Kronberg, revolucionó la recién
nacida fotografía aérea gracias a su afición por las palomas, su ingenio
y la pura casualidad.
Usaba a las palomas mensajeras para recibir pedidos de un sanatorio
cercano, y enviaba por la misma vía los medicamentos (de un peso de
hasta 75 gramos). Sus palomas eran sus mejores empleadas a la hora de atender solicitudes urgentes.
Esa chispa que precede a todo "¡eureka!" llegó precisamente cuando una
de sus mensajeras se extravió. Tras cuatro semanas en paradero
desconocido, la paloma perdida volvió a casa, con buen aspecto y
presumiblemente bien alimentada. ¿Dónde había estado todo ese tiempo?
Quizás ya era tarde para saberlo, pero Neubronner ideó una forma de
descubrir, en el futuro, la ruta que seguían sus palomas para hacer el
servicio. La solución no era otra que fotografiar el vuelo de sus aves.
El resto de esta apasionante historia en nuestra próxima entrada...!!!
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